Desde la noche de los tiempos



En el antiguo Egipto se desarrolló un sistema de medición del tiempo para los periodos nocturnos, en ese momento en el que el reloj de sol perdía su utilidad al ocultarse éste en el horizonte. Consistía, en su forma más básica, en una vasija o recipiente con varias marcas en sus paredes y un orificio en su base, se llenaba de agua y dependiendo del diámetro del orificio el agua salía con mayor o menor fluidez, conforme iba vaciándose a lo largo de la noche iba dejando al descubierto las marcas, estableciendo así los tiempos nocturnos. Había nacido La Clepsidra, palabra que proviene de la griega klepsydra, klepto (robo) hydro (agua), el ladrón de agua.

Las palabras son como gotas de esa clepsidra que miden el tiempo en pasado, presente y futuro, tengo mi recipiente lleno de esas palabras que esperan fluir lentamente como una gota de tiempo en el océano para finalmente convertirme en un ladrón de tiempo, tu tiempo.


domingo, 14 de marzo de 2010

20 de noviembre

Una de las últimas fotos que te hice fue contemplando el ocaso en un atardecer en la playa, mirabas más allá de las arenas y las olas, te perdías en el océano, ese que te fue negado por la ruina de los tiempos que te tocó vivir. Habías solicitado en tu juventud enrolarte en el Juan Sebastián Elcano para descubrir ese mundo que te llamaba.
Me emociono en el recuerdo de tus ojos marrones nublándose cuando me contabas que la contestación a la solicitud de tu sueño fue rota por unas manos maternales que no podían prescindir de ti, eras el más fuerte, el que nunca se quejaba.
Hoy hace cinco años que tomaste otro barco, esta vez rumbo a las estrellas, pero yo sé donde encontrarte padre, parte de tu alma está en forma de sueño, de rumor del viento en las velas del Juan Sebastián Elcano.

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