La noche del 23 al 24 de junio, la noche mágica de San Juan, me trae recuerdos de mi infancia, olor a pólvora, hogueras purificadoras de todo aquello que estorba y no nos permite crecer, tardes de calor de inicio del verano y las terrazas de los bares, después de un buen regado, oliendo a tierra mojada para mitigarlo en lo posible, he de decir que siempre me han encantado esos banderines multicolores y multinacionales que se colgaban en las noches de verbena entre algunas bombillas pelonas, las que más me gustaban eran las triangulares, supongo que ya desde pequeño la forma triangular la tenía arquetípicamente asociada a las pirámides, una de mis pasiones.
Siento nostalgia de esa época de mi infancia mediterránea, el tiempo y la distancia han obrado un pequeño rincón en mi yo, ese lugar refugio de lo que para mi es puro, si el concepto del arte minimalista lo eleváramos al mundo de los sentimientos yo en estos recuerdos encontraría la esencia raíz de lo que soy.
Esta semana me ha enviado la persona que más quiero y amo en este universo, una Coca de San Juan, llena de piñones como las que me gustaban de pequeño, ha sido toda una sorpresa, no la esperaba, cuando la abrí rápidamente inundó mi entorno ese olor característico, soy duro para llorar, pero creo que sustituyo las lágrimas de emoción con esa cara bobalicona y perpleja -hasta babeante diria yo- en la que me reconozco touchè. Los recuerdos no han dejado de asaltarme en cada pedacito de coca que comía, si existe un manjar para dioses éste sin duda es el el postre estrella.
He buscado una vez más la magia en esta noche tan especial, diferente eso si a otros años, no me apetecía quemar nada, considero que lo que tenía que quemar ya ha sido ampliamente quemado en años anteriores, sólo quedo por quemarme yo y no pienso hacerlo, así que en un ritual inventado, convertido en el niño aquél que llenaba inocentemente sus sentidos de unos símbolos paganos que no entendía, he cogido mi coca, mi copa de vino espumoso rosado de mi tierra y he ofrendado a los dioses para que la magia se instale en mi vida definitivamente en la invocación de un único deseo.
La llama sigue más viva que nunca.