Desde la noche de los tiempos



En el antiguo Egipto se desarrolló un sistema de medición del tiempo para los periodos nocturnos, en ese momento en el que el reloj de sol perdía su utilidad al ocultarse éste en el horizonte. Consistía, en su forma más básica, en una vasija o recipiente con varias marcas en sus paredes y un orificio en su base, se llenaba de agua y dependiendo del diámetro del orificio el agua salía con mayor o menor fluidez, conforme iba vaciándose a lo largo de la noche iba dejando al descubierto las marcas, estableciendo así los tiempos nocturnos. Había nacido La Clepsidra, palabra que proviene de la griega klepsydra, klepto (robo) hydro (agua), el ladrón de agua.

Las palabras son como gotas de esa clepsidra que miden el tiempo en pasado, presente y futuro, tengo mi recipiente lleno de esas palabras que esperan fluir lentamente como una gota de tiempo en el océano para finalmente convertirme en un ladrón de tiempo, tu tiempo.


lunes, 22 de julio de 2013

HIP 22689

   Si os digo HIP 22689 estaréis pensando que os pido la recarga de un tóner  para una  impresora de nombre parecido, o tal vez que os hablo del número de bastidor del compresor de un frigorífico, o de la nomenclatura de un determinado producto químico,  de alguna sustancia como el glutamato sódico, o sabe Dios qué os pueda pasar por vuestra mente; lo seguro es que no vais a pensar ni remotamente, como me sucedió a mi por ejemplo, en lo que verdaderamente es.
   Me la trajo un mensajero envuelta en un sobre metalizado,  plateado y brillante, su aparición no fue discreta, invitaba a abrirlo, parecía importante. Me senté y puse el sobre en la mesa, y empecé a acariciarlo como suelo hacer cuando adquiero un libro que sé que me va a gustar y toco sutilmente sus lomos y tapas. Sentía su tacto suave y me dejé  traspasar por las vibraciones que me transmitía - soy muy perceptivo en estos menesteres, de los que necesitan tocar las cosas y “sentirlas”, aunque me haya costado más de un disgusto en algún que otro museo o recinto arqueológico esa manía de tocar las piedras- así que lentamente tiré de la solapa y abrí el sobre, introduje la mano y saqué otro sobre metalizado azul más pequeño, repetí  la operación y vi una serie de folios sueltos, un cuadernillo y un diploma ¿un diploma? Sí, un diploma que  venía con una carta de presentación en la que dice textualmente:

 “ Estimado señor o señora:  Usted acaba de recibir un regalo exclusivo de alguien que lo aprecia enormemente! El equipo de xxxxxx  desea felicitarlo por poseer un cuerpo celeste a su nombre. Este nombre permanecerá como único en el registro oficial de xxxxxxx  para dicha estrella. … “

Esto quiere decir que tengo una estrella compartida a mi nombre, no es vitalicio, es una concesión por una serie de años aunque dudo mucho que dure yo todo el tiempo de la concesión,  todo viene debidamente certificado y registrado junto con un cuadernillo en el que viene la posición de la estrella en los cielos en cada mes del año.

 Todos sabemos que, gracias a los dioses,  el cielo no es  propiedad de nadie… bueno  esto es relativo porque la Tierra es también un objeto celeste y…. sin comentarios…, pero ahora tengo una sensación muy especial cuando levanto la vista hacia la Constelación de Orión:
    Miro a un punto muy concreto en la infinitud del espacio, se me humedecen los ojos de ilusión al ver que… 
                                    ella ha puesto una estrella a mi nombre...