Cuando las cosas van mal y piensas que nada funciona en tu
vida, a modo de consuelo, uno se instala en lo catastrófico con el deseo
subliminal de que si tu explotas el mundo entero lo haga también contigo.
Ahora me siento un auténtico pasota de las crisis, de los
funestos Nostradamus y Parravicini, de los tsunamis, tifones, ciclones,
huracanes, tornados, del calentamiento global y el deshielo del Ártico, de la
destrucción de la capa de ozono, de las tormentas solares, de los políticos, de
los conspiranoicos del Priorato de Sión, del Apocalipsis de San Juan, de los
secretos de Fátima, de la profecía de los papas de Malaquías, de… etc…
Y es que ahora me levanto por las mañanas dispuesto a afrontar
el día con el convencimiento de que nada malo puede ocurrir mientras en la
antigua cafetera de mi madre sigan creciendo las plantas.
Texto y foto by Johnny