Desde la noche de los tiempos



En el antiguo Egipto se desarrolló un sistema de medición del tiempo para los periodos nocturnos, en ese momento en el que el reloj de sol perdía su utilidad al ocultarse éste en el horizonte. Consistía, en su forma más básica, en una vasija o recipiente con varias marcas en sus paredes y un orificio en su base, se llenaba de agua y dependiendo del diámetro del orificio el agua salía con mayor o menor fluidez, conforme iba vaciándose a lo largo de la noche iba dejando al descubierto las marcas, estableciendo así los tiempos nocturnos. Había nacido La Clepsidra, palabra que proviene de la griega klepsydra, klepto (robo) hydro (agua), el ladrón de agua.

Las palabras son como gotas de esa clepsidra que miden el tiempo en pasado, presente y futuro, tengo mi recipiente lleno de esas palabras que esperan fluir lentamente como una gota de tiempo en el océano para finalmente convertirme en un ladrón de tiempo, tu tiempo.


jueves, 10 de enero de 2013

Blues


Paseábamos por el centro de la ciudad a altas horas de aquella fría noche de invierno, tras un día en que el alcohol había hecho ya mella en las voluntades. Las calles estaban vacías y buscábamos ese último rincón abierto donde arrojar al falò delle vanità el resto que nos quedaba de verborrea fácil.
 Una de las  personas con las que iba propuso hacernos un regalo muy especial, encaminándonos a un local situado en los bajos de un edificio, que nada tenía de antro o tugurio como en un principio pensé, con una fachada sencilla, de amplios ventanales de celdillas cuadriculadas de madera y pvc blanco en vez de cristal, que traslucían la calidez de las luces amarillentas de su interior. 
Una vez dentro llamaba la atención una larga barra acolchada en cuero negro en la parte superior de la tapa que formaba rombos a través de los botones que tenía incrustada. Al final de la misma había tres personas sentadas en taburetes, incluido el camarero, dos chavales con sus guitarras,  y éste último que hacía las veces de solista, un poco más distante detrás de un cortinaje verde oscuro que separaba la zona de la barra de la sala más reservada de pequeñas mesas y pubs, un cuarto músico de pié, éste con el fliscorno.
Es como si estuvieran esperándonos, después de servirnos unas copas, el camarero volvió a su taburete y comenzaron a tocar como si nada hubiera cambiado.
Las dos guitarras sonaban limpias en el aire, una con los acordes y la otra con el punteo, y detrás batiendo la oscuridad elevaba sus notas solitarias el fliscorno, mientras una voz gutural repetía una letra que más bien se asemejaba a un quejido del alma. Los músicos que apenas se conocían entre sí se conjuntaban de tal forma que podrían hasta ablandar  una roca. Era un blues que en aquél pub, sin apenas público, invitaba a calentar el corazón a resguardo de la frialdad de las tinieblas. Sonidos límpios y puros que me transportaron a otra dimensión a otros tiempos, o quizás a mi juventud en la que trataba de arrancarle acordes a una guitarra de cinco mil pesetas al ritmo de Dylan o Clapton.
Y lloré, una única lágrima amarga y salada, no sé bien si por la emoción, la envidia, el alcohol o los tres a la vez. Descubrí que había estado demasiado tiempo encerrado en el laberinto de la vida misma, donde al minotauro se le llama ego,  pero en aquel momento intuí que el blues era el camino... mi hilo de Ariadna.


Texto y Foto by Johnny

4 comentarios:

  1. Sabes que esta es la canción que mas me gusta de Dylan, tal vez porque fué la que me hizo descubrirle.
    Siempre llega un dia en que uno abre las ventanas a la vida, a vivir y me parece que tu dia ya asoma por el horizonte.

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  2. ¡Qué importante es encontrar el hilo de Ariadna, aquello que da sentido a nuestra vida y nos aparta de la vulgaridad de seguir los dictados de la masa.
    Saludos.

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  3. Me encanta el blues, Johnny y el jazz, y...bueno, casi todo (el rock duro, no, no me gusta) Y pienso que la música nos transporta y a veces nos hace comprender cosas de nosotros mismos que están ahí, como escondidas, esperando a ser descubiertas. Creo que te comprendo.
    besos,

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