Desde la noche de los tiempos



En el antiguo Egipto se desarrolló un sistema de medición del tiempo para los periodos nocturnos, en ese momento en el que el reloj de sol perdía su utilidad al ocultarse éste en el horizonte. Consistía, en su forma más básica, en una vasija o recipiente con varias marcas en sus paredes y un orificio en su base, se llenaba de agua y dependiendo del diámetro del orificio el agua salía con mayor o menor fluidez, conforme iba vaciándose a lo largo de la noche iba dejando al descubierto las marcas, estableciendo así los tiempos nocturnos. Había nacido La Clepsidra, palabra que proviene de la griega klepsydra, klepto (robo) hydro (agua), el ladrón de agua.

Las palabras son como gotas de esa clepsidra que miden el tiempo en pasado, presente y futuro, tengo mi recipiente lleno de esas palabras que esperan fluir lentamente como una gota de tiempo en el océano para finalmente convertirme en un ladrón de tiempo, tu tiempo.


sábado, 4 de agosto de 2012

Ghost

Hoy llueven rayos de sol incandescentes y refugiado bajo un parasol de hormigón armado unto interiormente mi cuerpo con un potente protector factor 50 que evite las quemaduras, a saber: una jarra de cerveza helada. Atrás quedaron los intensos días pre-vacacionales de ordenadores, prisas y el final del mundo el día 31 de julio. El tic nervioso que me hace mover tanto rítmica como mecánicamente la pierna es un indicativo de que todavía estoy en proceso de desaceleración después de la febrilidad de los tiempos. Veo transcurrir la vida desde una ventana al amparo del aire acondicionado, sin prisas, recreándome en mi habilidad para dejar limpio el hueso de una aceituna. Ganando tiempo al tiempo haciendo barquitos veleros con servilletas de papel bajo la atenta mirada del viejo camarero, el mismo que con bayeta al hombro urde el plan supremo de cómo cobrarme tanto desperdicio. Y comienzo a hilvanar pequeños versos en los que el olor del mar con pinceladas de bronceador da paso al olor del pasto al amanecer, el rugido de las olas dentro de las caracolas queda eclipsado por el bufido del toro de lidia, eso si…allá en la distancia, el reflejo de la luna sobre el líquido elemento es sustituido por el viejo y retorcido olivo que a modo de las sombras chinas se recorta sobre esa pantalla llamada luna. Versos jactanciosos que mueren diluidos en la espuma de la cerveza derramada. Versos efímeros, versos para unas vacaciones de secano. Todo sería pluscuamperfecto si pudiera dejar de tamborilear estos malditos dedos sobre la madera de la mesa.


Texto y Foto by Johnny