Desde la noche de los tiempos



En el antiguo Egipto se desarrolló un sistema de medición del tiempo para los periodos nocturnos, en ese momento en el que el reloj de sol perdía su utilidad al ocultarse éste en el horizonte. Consistía, en su forma más básica, en una vasija o recipiente con varias marcas en sus paredes y un orificio en su base, se llenaba de agua y dependiendo del diámetro del orificio el agua salía con mayor o menor fluidez, conforme iba vaciándose a lo largo de la noche iba dejando al descubierto las marcas, estableciendo así los tiempos nocturnos. Había nacido La Clepsidra, palabra que proviene de la griega klepsydra, klepto (robo) hydro (agua), el ladrón de agua.

Las palabras son como gotas de esa clepsidra que miden el tiempo en pasado, presente y futuro, tengo mi recipiente lleno de esas palabras que esperan fluir lentamente como una gota de tiempo en el océano para finalmente convertirme en un ladrón de tiempo, tu tiempo.


domingo, 28 de febrero de 2010

Gates of Eden

Ven tras la Puertas del Edén,

Un día llamé y no había nadie,

Solos tú y yo ,

Solos tú y yo.

Dejemos atrás el cielo ceniciento,

La tierra ennegrecida,

El mar sanguinolento,

Donde solo brota el odio.

Dame tu mano,

Crucemos las puertas

Las Puertas del Edén,

El viento es cálido,

El agua fresca,

Desnudos tú y yo,

Tras las Puertas del Edén.



Image Hosted by ImageShack.us

Puertas

Hace algún tiempo escribí esta entrada:

Puertas, puertas, puertas, que os abrís, que os cerráis. Luminosas, oscuras, brillantes, de entrada, de salida, automáticas, manuales, giratorias, enrejadas, de cristal, ciegas, de madera, de hierro, lacadas, barnizadas, pintadas, con pomos, con manivelas, con cerradura, de vaivén, electrificadas, correderas, puertas, puertas, puertas. Pasamos tanto tiempo entre ellas que a veces me pregunto si la libertad tiene puertas o cuántas puertas deberán abrirse y cerrarse para llegar a ser uno mismo... Seguramente la respuesta esté detrás de una de ellas.


Ahora recapacito sobre ésta entrada y llego a formular una axioma: “Lo verdaderamente importante es atreverse a cruzar las puertas para llegar a ser uno mismo, el acto en sí denota búsqueda y aceptación del riesgo, aunque las puertas solo estén entreabiertas...”



In dubiis, ábstine

Image Hosted by ImageShack.us

Back to Black

Cierro los ojos y crepitan mis pensamientos como palomitas de maíz sin rima, principio o métrica. Aleatorios, inconexos, osados, vergonzantes, siniestros, sabios, elevados, enanos, mistéricos, cóncavos y convexos.

Cierro los ojos y crepitan los recuerdos como las barras de un ecualizador al ritmo que marca mi ánimo, sujetos al balance de los graves y agudos.

Cierro los ojos y crepitan mis sentimientos como globos henchidos de razón que estallan al contacto con el deseo y la pasión.

Cierro los ojos y crepita mi vida.

Image Hosted by ImageShack.us

Sombras

Instalado en la soledad de la oscura noche, mientras todo aparenta dormitar, levanto mi rostro al encuentro con mi ego. Pasiones, amores, odios y deseos camuflados por miedo a la palabra desnuda nacida en lo más inextricable de las entrañas, es así como nacen esos mundos etéreos, hoy tal vez un claro de luna, mañana una canción, un acantilado, un jardín poético, constelaciones imaginarias ó estrellas errantes y efímeras, quizá soles lejanos que duran una sola noche, mundos que dibujo al ritmo mecánico de un teclado en el vano intento de la liberación del ánimo encadenado.
Buscando, la más de las veces, consuelo y amparo en las palabras amigas de quién vivió y sintió escarbando sin miramientos de conciencia y desnudo ante su propio yo, palabras que reverberan cansinas a modo de letanías en mis oídos, palabras que no cesan de susurrarme que el soñar se convierte en pesadilla cuando pongo vallas a los cielos.
Llega la mañana y en la mente todavía resonando a modo de eco lejano el zumbido de alarma nocturno, el mismo que machaca mis sentidos, el mismo que no cesa de recordarme aquello de pobre del poeta que mantiene sus pies en la tierra.
Image Hosted by ImageShack.us