Desde la noche de los tiempos



En el antiguo Egipto se desarrolló un sistema de medición del tiempo para los periodos nocturnos, en ese momento en el que el reloj de sol perdía su utilidad al ocultarse éste en el horizonte. Consistía, en su forma más básica, en una vasija o recipiente con varias marcas en sus paredes y un orificio en su base, se llenaba de agua y dependiendo del diámetro del orificio el agua salía con mayor o menor fluidez, conforme iba vaciándose a lo largo de la noche iba dejando al descubierto las marcas, estableciendo así los tiempos nocturnos. Había nacido La Clepsidra, palabra que proviene de la griega klepsydra, klepto (robo) hydro (agua), el ladrón de agua.

Las palabras son como gotas de esa clepsidra que miden el tiempo en pasado, presente y futuro, tengo mi recipiente lleno de esas palabras que esperan fluir lentamente como una gota de tiempo en el océano para finalmente convertirme en un ladrón de tiempo, tu tiempo.


jueves, 7 de marzo de 2013

Pajas mentales


Tras mucho meditar San José Obrero todavía no había llegado a una conclusión, andaba allá por las periferias del paraíso en soledad celestial esperando el día de la resurrección de las almas en el juicio universal al final de los tiempos, tenía una “duda razonable”, veamos,  no se podía presentar así tal cual, necesitaba una tarjeta de presentación para que su alma resucitara entre los justos y poderosos, ¿ dónde iría a parar si se le relacionaba como  a un “currito” más? Un santo siempre perdona pero se sentía maltratado por la historia, San José… Obrero…  ¿en qué estaba pensando la Ecclesia cuando le puso el mote? ¿Acaso no se daban cuenta de que pasaría  la eternidad haciendo muebles de pino gallego? Odiaba lijar!!! Bueno un santo no odia… digamos que le disgustaba…
Así que sin más diseñó una tarjeta de visita, sencilla eso sí, que por lo menos recogiese sus títulos como preceptor de Nuestro Padre Jesús Bendito, el  fue el que le limpió la caquita desde pequeño, eso no viene escrito  en los Evangelios, ni el pastón que le costó viajar a  Egipto para que no se lo pelaran, porque Dios en su magnificencia solo dijo “ahí queda eso” , además explica tu lo de la Inmaculada Concepción de la Virgen a los vecinos…
En fin, su duda razonable era la siguiente, tenía dos títulos que ponerse y no sabía cual utilizar,
San José
Padre del Señor, Obrero Especializado (carpintero)

ó

San José
Pater Putatibus

Peroooo ¿cuál, cuál, cuál?

A eso que pasaban por allí los Reyes Católicos y viéndole tan ofuscado con el dilema, le dijeron “oye Jóse, pon los dos, mira nosotros después de pelearnos casi a diario...tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”.
A San José, que después de tanta cerrazón, le pareció la idea de p.m. (puro milagro), no tardando en adoptar “sus” dos titulaciones oficiales.  

No se hablaba de otra cosa en los mentideros celestiales que no fuese de la tarjetita que tan amablemente les había dado a cada uno de ellos San José, la mayoría pensaba que acabaría acusado de tráfico de influencias o malversación de fondos celestiales por la confección de tanta tarjeta, o vaya usted a saber. Lo cierto es que todos pensaban que acabaría muy mal, que ellos no tenían nada que ver en el asunto, salvo que ahora tendrían que hacer más milagros para llegar a final de mes hasta que no estuvieran pagadas las tarjetas, así que lo encomendaron al Tribunal Supremo, que ya ellos se encargarían el día del Juicio.
Mientras, un tanto cabizbajo,  Nuestro Padre Jesús Bendito  sólo repetía incansablemente entre dientes…¡Dios Mío que cruz!



 
 
Texto by Johnny, imagen tomada de Internet

jueves, 10 de enero de 2013

Blues


Paseábamos por el centro de la ciudad a altas horas de aquella fría noche de invierno, tras un día en que el alcohol había hecho ya mella en las voluntades. Las calles estaban vacías y buscábamos ese último rincón abierto donde arrojar al falò delle vanità el resto que nos quedaba de verborrea fácil.
 Una de las  personas con las que iba propuso hacernos un regalo muy especial, encaminándonos a un local situado en los bajos de un edificio, que nada tenía de antro o tugurio como en un principio pensé, con una fachada sencilla, de amplios ventanales de celdillas cuadriculadas de madera y pvc blanco en vez de cristal, que traslucían la calidez de las luces amarillentas de su interior. 
Una vez dentro llamaba la atención una larga barra acolchada en cuero negro en la parte superior de la tapa que formaba rombos a través de los botones que tenía incrustada. Al final de la misma había tres personas sentadas en taburetes, incluido el camarero, dos chavales con sus guitarras,  y éste último que hacía las veces de solista, un poco más distante detrás de un cortinaje verde oscuro que separaba la zona de la barra de la sala más reservada de pequeñas mesas y pubs, un cuarto músico de pié, éste con el fliscorno.
Es como si estuvieran esperándonos, después de servirnos unas copas, el camarero volvió a su taburete y comenzaron a tocar como si nada hubiera cambiado.
Las dos guitarras sonaban limpias en el aire, una con los acordes y la otra con el punteo, y detrás batiendo la oscuridad elevaba sus notas solitarias el fliscorno, mientras una voz gutural repetía una letra que más bien se asemejaba a un quejido del alma. Los músicos que apenas se conocían entre sí se conjuntaban de tal forma que podrían hasta ablandar  una roca. Era un blues que en aquél pub, sin apenas público, invitaba a calentar el corazón a resguardo de la frialdad de las tinieblas. Sonidos límpios y puros que me transportaron a otra dimensión a otros tiempos, o quizás a mi juventud en la que trataba de arrancarle acordes a una guitarra de cinco mil pesetas al ritmo de Dylan o Clapton.
Y lloré, una única lágrima amarga y salada, no sé bien si por la emoción, la envidia, el alcohol o los tres a la vez. Descubrí que había estado demasiado tiempo encerrado en el laberinto de la vida misma, donde al minotauro se le llama ego,  pero en aquel momento intuí que el blues era el camino... mi hilo de Ariadna.


Texto y Foto by Johnny

lunes, 3 de diciembre de 2012

Oráculo


Tras un penoso viaje por fin se encontraba en el ónfalos. Era el día 7 del mes de Poseidón, el día en que recibiría el oráculo en Delfos. Previamente ya había cumplido con los trámites de rigor, había tenido un encuentro con La Pitia tras un velo de color púrpura en la que expuso la pregunta para la que deseaba el oráculo, se ofició el sacrificio ritual delante del templo de Apolo y pagó las tasas correspondientes.
 Bajó por la pequeña abertura en la montaña que daba paso a la gruta a través de una  escalera descendente que serpenteaba por el profundo y negro abismo a duras penas iluminado por correosas teas que jalonaban de trecho en trecho el camino. Se encontró delante de una amplia abertura abovedada flanqueada por un mosaico de serpientes pitones que partían de la cabeza de un inexpresivo dios Apolo, al fondo se hallaba tras un dintel sostenido por dos columnas helicoidales , una puerta de madera de una sola hoja recubierta y remachada con una plancha de bronce, se encontraba entreabierta a modo de invitación para traspasar el umbral tras el que se vislumbraba una cálida luz anaranjada. Cruzó la puerta y encontró lo que parecía la entrada al Tártaro,  ahora el camino  se hacía horizontal discurriendo por un pasillo entre paredes de  piedras  describiendo una amplia curva refulgiendo a sus lados algo parecido a  pequeños braseros de piedras incandescentes de entornos amarillentos que emitían al aire volutas de un humo azufrado que hacían irrespirable el trayecto. Haciendo acopio de valor echó mano de su blanca túnica tapando boca y nariz a la tóxica hediondez  hasta que llegó a  una sala circular de la que surgía en su centro una península rodeada de una espesa brea líquida tan negra como la noche. En ella, desnuda y sentada sobre un alto taburete de tres patas, se encontraba una anciana enjuta de pechos caídos y secos,  era La Pitia que se hallaba frente a él con la cabeza gacha de tal forma que sólo se podía contemplar su espesa y entrecana cabellera. Al fondo, cercano a la puerta de entrada a la sala en su lado opuesto se encontraba el escriba, sacerdote que, conforme habían pactado con anterioridad, daría forma en verso a las inconexas frases que La Pitia iría pronunciando en su éxtasis.
Tras una serie de invocaciones rituales que no llegó a descifrar, con áspera voz, el sacerdote le inquirió para que formulase su pregunta ante el dios Apolo. Abrumado por la escena, preguntó entrecortado:
- Dime Pitia, ¿ saldré alguna vez de la encrucijada en la que se encuentra mi vida en estos momentos?
Transcurrieron al menos diez minutos antes de que ella entrase en trance, levantando la cabeza, sujetándola entre ambas manos, dejó ver su rostro ajado por los años en los que destacaban unos inmensos ojos negros enmarcados en khol e inyectados en sangre, comenzó a hacer aspavientos con las manos pareciendo dibujar formas geométricas en el aire mientras guturaba palabras ininteligibles de forma sibilante, viéndose su cuerpo sacudido de vez en cuando por espasmos que le hacían doblarse a la vez que su boca escupía una espuma verdosa. Finalmente cayó la cabeza de nuevo sobre su pecho. Tras una espera prudencial era obvio que todo había acabado.
El escriba no dejaba de escribir en su tablilla, miraba al techo de la sala y volvía a escribir musitando palabras entre sus labios. Finalmente ató  la tablilla con una pequeña cuerda y la lanzó hacia él, a lo que seguidamente y en retirada mientras pasaba el brazo de la exhausta Pitia por entre sus hombros, dijo lacónicamente: “el oráculo ha dado a su fin”.

Leyó los versos casi que de una ceremonia se tratara:


“ Las encrucijadas de la vida son conjunción,
   De presente,  pasado y  futuro.
   Sabe del peso tu corazón.
   Tu alma conoce el camino,
   Sólo tuya es la decisión.
   Decídete”


Y salió de allí resuelto, haciendo un camino que ya no era de vuelta, sino de futuro.


Texto y Foto by Johnny

lunes, 19 de noviembre de 2012

One cofee only


La tarde fresca de otoño invitaba a tomar un café solo, el atardecer tocaba a su fin con un sol que menudeaba demasiado pronto después del cambio de horario. Entré en la cafetería de la calle Nueva, se encontraba vacía, normalmente suelo tomar el café de pié en la barra, pero debido la abstracción en la que mi mente se hallaba, me senté en una silla junto al gran ventanal que la fachada, la camarera, muy solícita ella, no tardó en servirme el café que había pedido. Contemplaba el devenir de los viandantes y como poquito a poco se iban iluminando los escaparates de las tiendas situadas en el acerado de enfrente.
 Pensaba en la vida en general, en las actitudes que adoptamos frente a ella,  en que a pesar de los muchos roles de los que nos revestimos para afrontarla… finalmente llegué a la conclusión de que todos tenemos una impronta que es la que nos define. ¿Cuál sería la mía? Me reía para mi mismo pensando en una estadística llena de histogramas con cálculos porcentuales de mis conocidos, el 15 % dice que es… el 40% dice que tal… y el 45% no sabe/no contesta, y una coletilla diciendo que uno había dicho que “es más raro que un perro verde” , lógicamente sé nombre y apellidos de ese “huno”.
En estas empanadas mentales me hallaba cuando por las puertas entró “el canario”, un chaval discapacitado mental muy conocido por estas latitudes, alto, muy delgado y con una barba de siete días que no sé cómo se las apaña para tenerla siempre igual. Habitualmente suele acosarte para sacar dinerillo para comprar tabaco o una litrona de cerveza, pero este día he de reconocer que me sorprendió: “¿me das dinero para un café?”,  le miré y le dije: “ siempre y cuando sea para un café ¿eh canario?”, a lo que me contestó balbuceante “po..po..po mis muertos que es pa café”, miré de soslayo a la camarera que por respuesta se encogió de hombros, así que le di un euro, no por caridad como se pueda pensar, si no más bien por solidaridad, yo en su situación por café o por tabaco hubiera sido hasta más persuasivo.

De pronto se me vino encima toda la impronta de lo que realmente soy, el canario en cuanto trincó el euro hizo ademán de ir a la barra pero en un giro inesperado salió por las puertas que se las pelaba... dejándome a solas con mi impronta quijotesca y valedora de causas perdidas.

Texto y Foto by Johnny

martes, 13 de noviembre de 2012

The Wall

Es cansino esto de tener que dedicar parte de tu vida a ayudar a derribar muros. No siguen la lógica de la Naturaleza, nacer, crecer, reproducirse y morir. Los muros aparecen de pronto ya crecidos y parece ser que aunque los eches abajo siempre quedan los cimientos donde pueden resurgir algún día.
 Los hay graníticos, de caliza y otros confeccionados de ladrillos, les clasifico en dos, los llamados coyunturales, ladrillo y caliza, relativamente fáciles de derribar y los estructurales, bloques de piedra,  algunos son tan enormes que no los puedes derribar si no es a base de ir abriéndo agujeros en su masa pétrea; otros son de un granito tan duro que sólo el más puro de los diamantes puede abrir brecha.
Hasta ahora sabía reconocerlos, pero desde hace unos años ha aparecido una nueva variante que me ha desorientado: los muros de hormigón armado, surten circulares, encerrandote y constriñendote y tienen la capacidad de regenerarse mientras los derribas, en un ciclo sin fin en el que no cesas de darle vueltas al círculo, no te permite nunca abrir una brecha lo suficientemente amplia.
La única piqueta eficaz contra este muro de hormigón armado se llama compromiso.

Compromiso,  no tanto por ti como por tus hijos, por un futuro digno para ellos.

14 de Noviembre: A La Huelga General.  


Foto tomada de Internet. Texto by Johnny.

miércoles, 17 de octubre de 2012

In The Air Tonight


Me apetecía andar, respirar hondo este aire fresco otoñal, llenar mis pulmones del hálito de la noche, impregnarme de las calles solitarias iluminadas por las recoletas farolas de luces anaranjadas que inducían al recogimiento tras el fragor de un día cualquiera.
 Los gatos revolvían los contenedores de basura en busca de sustento, viéndose de vez en cuando molestados por las luces de algún coche que rompía el silencio reventando los amortiguadores sobre el adoquinado. Me di cuenta de que hacía mucho tiempo que no jugaba con mi propia sombra, más sabia que yo nunca se dejó pisar.
Mis pasos, antaño firmes y sonoros por las suelas de cuero de las botas camperas, ahora eran un leve ruido amortiguado por las suelas de goma y los zapatos ancho especial.
Esta noche algo crujió en mi alma mientras caminaba, sería que hoy… hoy…hoy había algo en el aire, si, algo diferente…Phil Collins lo sabe bien, si…
                                                           in the air tonight…
Texto y Foto by Johnny

martes, 18 de septiembre de 2012

Sugestión


Corría por áridos caminos empedrados, desnudo, descalzo, huía, si, huía, con un miedo esperpéntico sin querer mirar atrás. En otras ocasiones cuando escapaba del peligro mis pasos eran lentos o el terreno cenagoso impedía mi avance, en esta ocasión era veloz como el leopardo, ágil como el gato en el tejado, notaba la levedad en todo mi ser. El terror que se hallaba justo a mis espaldas, se manifestaba de forma sonora a través de potentes estampidos, secos, que hacía que mis oídos reverberaran. Corría y corría hacia ninguna parte, huyendo, si, huyendo, de un mundo que se había vuelto loco, era la hecatombe, tercera edad a Marte el belicoso parodiando a Nostradamus, la entrada en la era del carbunclo... y una mano me alcanza en el hombro, me lo golpea insistentemente, no quiero girarme, no, temo lo peor... giro la cabeza y en ese instante observo un ser de luz, un ángel milagroso, mis miedos se disipan...

Papá, no duermas más que te estás perdiendo los fuegos artificiales...


Texto y Foto by Johnny


martes, 4 de septiembre de 2012

Pulsar

Se tumbó en la hamaca del jardín antes de ir a acostarse, una calurosa noche de luna nueva que le permitía ver el firmamento nítido sin esa pátina luminiscente y plateada. Allí estaba la Vía Láctea inconmensurable, la brillante y majestuosa Sirio, el omnipresente Carro, las agrupadas Pléyades, sólo le faltaba contemplar Orión, su constelación favorita, donde mora Osiris, pero todavía quedaban un par de meses para que se produjera su orto en el horizonte. La observación del Cosmos le llevaba a momentos de catarsis y relajación, dejaba de ser empírico al sumirse en lo desconocido.

Miraba las estrellas y pensaba en que la Ciencia nos ha mostrado el torbellino de sucesos que ocurren en el Universo, sin embargo en apariencia todo es inamovible, sujeto a la esclavitud de los ritmos cíclicos de la Naturaleza, lo imprevisible se muestra al cabo de los milenios, demasiado tiempo para la vida de un hombre, todo es, ha sido y será un ciclo de principios y finales en un Universo eterno y predecible.

Sintió cierta desazón al reflexionar sobre ello, se asfixiaba al pensar en la existencia como un muelle, se asciende de nivel pasando siempre por un principio y un final, nunca se rompería esa espiral maldita hacia ninguna parte.

Se levantó para acostarse, bastante dubitativo entre lo que estaba pasándole por la mente y lo que el mundo de los sentimientos le ofrecía, en ese instante, a sus espaldas, una estrella fugaz recorrió fulgurante el oscuro horizonte como si fuese un guiño del Universo, hacía muchos años que no veía ninguna, quizás si hubiera tenido ocasión de verla hubiese pedido un deseo, algo que no tiene sustancia, incoloro, inodoro, invisible, pero al fin y al cabo la materia prima de la que está compuesto el Todo, la cizalla del círculo.



   Ojo de Horus
   Texto y Foto by Johnny

sábado, 4 de agosto de 2012

Ghost

Hoy llueven rayos de sol incandescentes y refugiado bajo un parasol de hormigón armado unto interiormente mi cuerpo con un potente protector factor 50 que evite las quemaduras, a saber: una jarra de cerveza helada. Atrás quedaron los intensos días pre-vacacionales de ordenadores, prisas y el final del mundo el día 31 de julio. El tic nervioso que me hace mover tanto rítmica como mecánicamente la pierna es un indicativo de que todavía estoy en proceso de desaceleración después de la febrilidad de los tiempos. Veo transcurrir la vida desde una ventana al amparo del aire acondicionado, sin prisas, recreándome en mi habilidad para dejar limpio el hueso de una aceituna. Ganando tiempo al tiempo haciendo barquitos veleros con servilletas de papel bajo la atenta mirada del viejo camarero, el mismo que con bayeta al hombro urde el plan supremo de cómo cobrarme tanto desperdicio. Y comienzo a hilvanar pequeños versos en los que el olor del mar con pinceladas de bronceador da paso al olor del pasto al amanecer, el rugido de las olas dentro de las caracolas queda eclipsado por el bufido del toro de lidia, eso si…allá en la distancia, el reflejo de la luna sobre el líquido elemento es sustituido por el viejo y retorcido olivo que a modo de las sombras chinas se recorta sobre esa pantalla llamada luna. Versos jactanciosos que mueren diluidos en la espuma de la cerveza derramada. Versos efímeros, versos para unas vacaciones de secano. Todo sería pluscuamperfecto si pudiera dejar de tamborilear estos malditos dedos sobre la madera de la mesa.


Texto y Foto by Johnny

lunes, 9 de julio de 2012

Ronroneando

Hace muchos años decidí dejar de leer libros de autoayuda tipo de los que escriben Bucay, Coelho, y muchos más, y no es desde luego mi ánimo juzgar o criticar a dichos autores o a sus miles de lectores puesto  que todo lo que llega a tu vida en un determinado momento tiene una razón de ser, simplemente ocurrió que preferí hacer caso a un sabio tan humilde y sencillo como lo fue Antonio Machado ...el "caminante no hay camino, se hace camino al andar" es mi axioma preferido, una auténtica perla de sabiduría, y así todo este tiempo más bien me he dedicado a cultivar llamemosla una filosofía de bolsillo y tirar palante. Sin embargo el otro día, releía el célebre ¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Johnson que tanto se prodigó hace unos años  por los interneses. Alguien me había preguntado hace unos días... "¿pero a qué le tienes miedo?" y al abrir el e-book en el ordenador (lo tengo en formato pdf aunque prefiera el papel) por las malas artes del diablo tenía pisado una tecla de dirección yendo a pararse el cursor precisamente en la pregunta:


"¿Qué harías si no tuvieras miedo?"


Como no creo en las casualidades, y tengo muy claro principios como el de la sincronicidad, por todo ello he de deducir que tengo miedo, pero como tengo menos luces que un velón de palo no hago más que preguntarme ... y a qué? 


Lo fácil es pedirle al Cósmico que no me ponga cuestiones tan amplias, lo difícil es aceptar y descubrir mis miedos. 

Texto y Foto by Johnny