Desde la noche de los tiempos



En el antiguo Egipto se desarrolló un sistema de medición del tiempo para los periodos nocturnos, en ese momento en el que el reloj de sol perdía su utilidad al ocultarse éste en el horizonte. Consistía, en su forma más básica, en una vasija o recipiente con varias marcas en sus paredes y un orificio en su base, se llenaba de agua y dependiendo del diámetro del orificio el agua salía con mayor o menor fluidez, conforme iba vaciándose a lo largo de la noche iba dejando al descubierto las marcas, estableciendo así los tiempos nocturnos. Había nacido La Clepsidra, palabra que proviene de la griega klepsydra, klepto (robo) hydro (agua), el ladrón de agua.

Las palabras son como gotas de esa clepsidra que miden el tiempo en pasado, presente y futuro, tengo mi recipiente lleno de esas palabras que esperan fluir lentamente como una gota de tiempo en el océano para finalmente convertirme en un ladrón de tiempo, tu tiempo.


martes, 29 de agosto de 2017

Por ejemplo...

En ésta noche sin luna,
¿Por dónde empezar?
¿Por el grafiti escrito en la penúltima piedra de la cima?
¿Por la verdad  escrita en los ojos grises de un rostro ajado por los años?
¿Por la última palabra  escrita  en el mensaje aquél, el de la botella?
Quizá por el redoble de tambores que anuncian el cambio de guardia…


Pero no,  la realidad me robó la caracola de los sueños en la que escuchaba el rumor de las olas rompiendo sobre las conchas y los guijarros. Noches sin luna con salitre en los labios, y tomando como propio el axioma cobarde de que “es mejor ser rey de tus silencios que esclavo de tus palabras...”


Texto by Johnny Foto: David Roberts

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