Viene de antiguo, desde Babilonia, pasando por Egipto, hasta nuestros días... es el horóscopo, la predicción del futuro basada en la posición relativa de los astros y de los signos del Zodiaco en un momento dado. Nunca he hecho caso al horóscopo, aunque para que negarlo, tengo mi carta astral y programas que la desarrollan, “demos” que vienen con periódicos y revistas, así que por mi fecha y hora exacta de nacimiento; que la sé gracias a que tengo un certificado de nacimiento de esos antiguos en que aparecía una enorme cigüeña sobre un campanario con reloj de la que le colgaba del pico un niño gordito, sonrosado y sonriente con bellos rizos rubios y pañales sujetos con alfiler, que la verdad no se parece a mí ni en el blanco de los ojos...; a lo que iba... y dada la posición de planetas, lunas y soles sobre el eterno firmamento o bóveda celestial, resulta que soy Sagitario, del primer decanato, es decir puro, puro, puro, pero que puro.
No te entretengo más, según los astros, los babilonios, los egipcios y hasta el apuntador del Teatro Oriente, estoy predestinado desde el principio de los tiempos a ser el típico metepatas, inocente eso sí, pero metepatas, y dado que últimamente no ceso en mi empeño de meterla hasta el corvejón pues resulta que así ando, cada vez que cae un periódico en mis manos me voy flechado a la columna de horóscopos para ver el pronóstico de las nuevas fechorías que voy a cometer sobre los demás. En fin, aunque no creo, sí que he descubierto que me sirve de excusa y coartada perfecta,.... ¿metepatas? Noooo..... Sagitario.
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