Paseaba aquella mañana por la Alameda, todo era limpio después de la lluvia caída la noche anterior, el aire, el color verdoso de los setos, adelfas y naranjos. El castillo omnipresente desde su promontorio dominaba toda la visualización del conjunto panorámico que se ofrecía ante mí. Sumido en el ensueño, algo despertó mi atención, en el suelo una moneda brillaba con luz bronceada, así que me agaché a recoger lo que para mi sorpresa resultó ser una moneda con ambas caras exactamente iguales, y pensé: cuan falsa eres, todo tiene su opuesto, el día y la noche, el bien y el mal , el amor y el odio, y sin embargo tú me ofreces una misma cara, para preciarte de ser moneda no deberías olvidarte de mostrar tu cruz, ésta forma parte de tu numismática esencia, la esencia del todo, serás siempre despreciada por que faltas a la verdad. Y seguí caminando, el aire empezó a tener cierto olor a gasoil, descubrí que tras las hojas de los setos, adelfas y naranjos había una suciedad blanquecina que rememoraba los días de sequía y el castillo...el castillo desde su promontorio se me aparecía en ruinas...

¿Qué hice con la moneda? ¿Y tú? ¿Qué habrías hecho tú?
¡Excelente! Muy borgiano eh? He visto que te pasas por mi blog y he descubierto este. Le dedicaré un rato cada día, ¡me gusta!
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