Desde la noche de los tiempos



En el antiguo Egipto se desarrolló un sistema de medición del tiempo para los periodos nocturnos, en ese momento en el que el reloj de sol perdía su utilidad al ocultarse éste en el horizonte. Consistía, en su forma más básica, en una vasija o recipiente con varias marcas en sus paredes y un orificio en su base, se llenaba de agua y dependiendo del diámetro del orificio el agua salía con mayor o menor fluidez, conforme iba vaciándose a lo largo de la noche iba dejando al descubierto las marcas, estableciendo así los tiempos nocturnos. Había nacido La Clepsidra, palabra que proviene de la griega klepsydra, klepto (robo) hydro (agua), el ladrón de agua.

Las palabras son como gotas de esa clepsidra que miden el tiempo en pasado, presente y futuro, tengo mi recipiente lleno de esas palabras que esperan fluir lentamente como una gota de tiempo en el océano para finalmente convertirme en un ladrón de tiempo, tu tiempo.


domingo, 14 de marzo de 2010

La moneda

Paseaba aquella mañana por la Alameda, todo era limpio después de la lluvia caída la noche anterior, el aire, el color verdoso de los setos, adelfas y naranjos. El castillo omnipresente desde su promontorio dominaba toda la visualización del conjunto panorámico que se ofrecía ante mí. Sumido en el ensueño, algo despertó mi atención, en el suelo una moneda brillaba con luz bronceada, así que me agaché a recoger lo que para mi sorpresa resultó ser una moneda con ambas caras exactamente iguales, y pensé: cuan falsa eres, todo tiene su opuesto, el día y la noche, el bien y el mal , el amor y el odio, y sin embargo tú me ofreces una misma cara, para preciarte de ser moneda no deberías olvidarte de mostrar tu cruz, ésta forma parte de tu numismática esencia, la esencia del todo, serás siempre despreciada por que faltas a la verdad. Y seguí caminando, el aire empezó a tener cierto olor a gasoil, descubrí que tras las hojas de los setos, adelfas y naranjos había una suciedad blanquecina que rememoraba los días de sequía y el castillo...el castillo desde su promontorio se me aparecía en ruinas...



¿Qué hice con la moneda? ¿Y tú? ¿Qué habrías hecho tú?

1 comentario:

  1. ¡Excelente! Muy borgiano eh? He visto que te pasas por mi blog y he descubierto este. Le dedicaré un rato cada día, ¡me gusta!

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